Ortega y Gasset publicó un libro titulado La deshumanización del arte en el que afirma que el arte moderno es deshumanizado. Esto quiere decir que no hace referencia a los sentimientos ni refleja la realidad tal y como es, sino que deforma la realidad. Por tanto, se suele decir que es un arte antirrealista y antisentimental, pero también se puede decir que es un arte experimental y dirigido a una minoría. Todo esto influyó en las vanguardias y en la poesía de la generación del 27.
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